Nacionalidad: Dinamarca (2012)
Director: Thomas Vinterberg
Guión: Thomas Vinterberg;
Tobias Lindholm
Sinopsis
Crítica
Que el cine Danés está de enhorabuena no es ninguna noticia. Hasta pasada la mitad del siglo XX, el cine de Carl Theodor Dreyer se convertía en referente del cine europeo. Dreyer, con su devoción desmedida por la pureza y la calidad cinematográfica, así como por un realismo carente de atrezos y un interés por adentrarse en los enigmas del ser humano, definía con maestría el camino a seguir para las generaciones venideras. El testigo lo tomarían dos alumnos aventajados, Lars von Trier y Thomas Vinterberg, cofundadores en 1995, junto a Kristian Levring y Soren Kragh-Jacobsen, del revolucionario movimiento Dogma 95, que ponía nuevamente a Dinamarca en el punto de mira del panorama cinematográfico mundial. Este movimiento dio alas a muchos otros cineastas que, asumiendo sus preceptivos mandamientos, decidieron iniciarse tras las cámaras, como es el caso se Susanne Bier, cuya larga carrera cinematográfica culminaría en el 2010 con el Óscar a la mejor película extranjera (Heaven). Paralelamente al movimiento Dogma, encontramos desde los 80 también el cine clasicista y tradicionalista de Bille August, exportador del buen hacer cinematográfico danés por festivales de todo el mundo. Muchos de estos directores continúan en activo hoy día, regalándonos a los amantes del buen cine la magia de su celuloide. Es el caso del director de la película que es hoy objeto de crítica: Thomas Vinterberg.
Lucas es una persona muy
apreciada en la pequeña localidad danesa donde vive, tanto por los vecinos,
como por los niños y los compañeros de la escuela infantil en la que trabaja
como cuidador. Tras la ruptura de su matrimonio, poco a poco irá rehaciendo su
vida gracias a sus amigos, al apoyo de su hijo y la estabilidad sentimental que
encontrará junto a una compañera del trabajo. Toda esta incipiente armonía se
vendrá abajo cuando, por un malentendido, Klara, la hija de su mejor amigo, vierta
contra él unas acusaciones infundadas que pondrán en alerta a la directora de
la escuela. Lo que nacerá como una inocente mentira de la pequeña, se acabará convirtiendo
en la desgracia para Lucas.
Crítica
Que el cine Danés está de enhorabuena no es ninguna noticia. Hasta pasada la mitad del siglo XX, el cine de Carl Theodor Dreyer se convertía en referente del cine europeo. Dreyer, con su devoción desmedida por la pureza y la calidad cinematográfica, así como por un realismo carente de atrezos y un interés por adentrarse en los enigmas del ser humano, definía con maestría el camino a seguir para las generaciones venideras. El testigo lo tomarían dos alumnos aventajados, Lars von Trier y Thomas Vinterberg, cofundadores en 1995, junto a Kristian Levring y Soren Kragh-Jacobsen, del revolucionario movimiento Dogma 95, que ponía nuevamente a Dinamarca en el punto de mira del panorama cinematográfico mundial. Este movimiento dio alas a muchos otros cineastas que, asumiendo sus preceptivos mandamientos, decidieron iniciarse tras las cámaras, como es el caso se Susanne Bier, cuya larga carrera cinematográfica culminaría en el 2010 con el Óscar a la mejor película extranjera (Heaven). Paralelamente al movimiento Dogma, encontramos desde los 80 también el cine clasicista y tradicionalista de Bille August, exportador del buen hacer cinematográfico danés por festivales de todo el mundo. Muchos de estos directores continúan en activo hoy día, regalándonos a los amantes del buen cine la magia de su celuloide. Es el caso del director de la película que es hoy objeto de crítica: Thomas Vinterberg.